Vie. Abr 19th, 2024

    A las 2:59 UTC (3:59 hora española) del 13 de febrero de 2023, una enorme bola de fuego ilumina el cielo sobre el Canal de la Mancha, entre Inglaterra y Francia. Y aunque estemos acostumbrados a oír o leer noticias catastrofistas e infundadas sur asteroides en ruta de colisión directa sur nuestro planeta, este no ha sido el caso. Todo lo contrario.

    El peligro intrínseco de estos cuerpos de naturaleza rocosa o metalorrocosa depende básicamente de su tamaño, y la mayoría de los que llegan a la Tierra en una escala de vida humana son pequeños. La detección de 2023 CX1 puede interpretarse más como el resultado de los programas de seguimiento de asteroides, uno de los principales ejemplos de colaboración científica internacional, en el que participan astrónomos profesionales y aficionados.

    Detectado seis horas antes de «morir»

    2023 CX1 fue descubierto por el astrónomo Krisztián Sárneczky desde la estación astronómica Piszkesteto, ubicada en las montañas Mátra, 80 kilómetros al norte de Budapest (Hungría). Ya es el segundo asteroide que esta infraestructura científica, perteneciente al celebre Observatorio Konkolydetecta poco antes de impactar contra la tierra.

    Esta localización de la roca espacial tuvo lugar el 12 de febrero por la noche, a las 20:40 UTC, y se confirmó alrededor de una hora más tarde por el Observatorio de Visnjan, en Croacia. CX1 2023 se ha convertido en el asteroide septimo descubierto antes de colisionar contra nuestro planeta.

    Así que, cuando hallamos ese objeto de poco más de un metro de diámetro, le quedarán apenas seis horas de vida. Aunque ese tiempo nos pueda parecer breve, resultará valioso. Al penetrar a la atmósfera a hipervelocidad (concretamente a 17,4 km/s), la ablación de la roca en la atmósfera produjo una columna de gas ionizada. Esta fase luminosa, que supera la luminosidad intermedia entre la Luna llena y el Sol, se denomina superbólido. Su luminosidad fue tal que incluso pudimos captarlo desde el Observatorio Astronómico del Montsec 900 kilómetros de distancia.

    Una roca «pequeña» de 12 toneladas

    Cabe consignar que la roca que se desintegró el 13 de febrero sobre Francia era un asteroide cercano a la Tierra desconocida hasta el día anterior. Teniendo en cuenta la densidad media de los meteoritos más comunes que alcanzan nuestro planeta, llamados condritas ordinarias, su masa antes de chocar contra la atmósfera estaría en Torno a las 12 toneladas. Su órbita tipo Apolo lo llevó a su colisión directa con la Tierra, tal y como podemos apreciar en la siguiente figura.

    Los escubrimientos de pequeños asteroides como éstos llegan en momentos especialmente importantes para nuestra comunidad científica. solo tra Misión DART de la NASA eso dio comienzo a la defensa planetaria activaComprobamos que encontrarlos antes de que impacten nuestro planeta es ya algo común.

    Impactos espectaculares, pero sin riesgo

    Por ello resulta fundamental que los científicos adoptemos el compromiso de acercar nuestra ciencia a la ciudadanía. No deberíamos ver tales detecciones con temor, solo los asteroides de esos tamaños producidos, como mucho, espectaculares caídas de meteoritos. Los objetos con diámetro inferior a unas pocas décadas de metros no son fuente de riesgo: la fricción con nuestra atmósfera los fragmenta y hace que se pierdan por término medio más de un 97% de su masa.

    Pero es que además nos proporcionará valiosas enseñanzas: recuperar y estudiar los meteoritos provenientes de los impactos nos suministrados, de manera gratuita, muestras valiosas de los materiales y sus propiedades físicas. Comprender mejor nuestros permisos para descubrir nuevos métodos para protegerse contra la visita de asteroides mucho mayores.

    En el límite de lo que sería una colisión de mayor riesgo tendríamos el asteroide que produjo Evento meteorológico de Chelyábinsk, en Siberia, hace diez años. Aquel suceso produjo unos 1.500 heridos por la onda de chocque –capaz de derribar paredes y destructir ventanas– y la radiación, que causó graves quemaduras a los observados más cercanos a la bola de fuego. De hecho, marcó un punto de inflexión para que creásemos el Día Internacional del AsteroideReconocido por las Naciones Unidas.

    Así pues, son buenas noticias que podemos detectar a tiempo estos pequeños asteroides y contemos con unas cuantas horas para alertar a la población en caso de un impacto inminente. Si seguimos por ese camino y desarrollamos el programa de defensa planetaria utilizando también instrumentación desde el espacio, las iniciativas de tección de asteroides todavía mayores cumplirán su función. Así podremos paliar futuros encuentros con impactadores cinéticos tipo DART para que no supongan ningún riesgo.

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    Desafortunadamente, la comunidad científica no sostiene la solución para proteger a la especie humana de su acción destructiva contra tal mismidad y el planeta como el acoge. Solo la cooperación, la confianza y la solidaridad entre los pueblos, tal y como solemos practicar la mayoría de los científicos, puede salvarnos.

    Este artículo fue publicado originalmente en La conversación. leah el original.