Dom. Oct 6th, 2024

    Boeing vuelve a sufrir en Bolsa los problemas con sus aviones. Las acciones del fabricante estadounidense han abierto este lunes en Wall Street a la baja tras la inmovilización de la gran mayoría de los aparatos del modelo 737 Max 9 decidida por las autoridades aeronáuticas a raíz del incidente del pasado viernes en Oregón. Un vuelo de Alaska Airlines tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia tras desprenderse en pleno vuelo una parte del fuselaje, el hueco que en otras configuraciones está reservado para una puerta de seguridad. Las acciones de Boeing han abierto con una caída del 8,5%, el equivalente a una pérdida de valor de unos 13.000 millones de dólares (unos 12.000 millones de euros) y han cerrado finalmente a 229 dólares por título, con un descenso del 8,03%.

    La mayor caída, sin embargo, es la que ha afectado a Spirit AeroSystems, con sede en Wichita (Kansas), el fabricante del panel que se desprendió del fuselaje. Sus acciones han sufrido caídas cercanas al 15% en los primeros compases de negociación y han cerrado con una bajada del 11%. La cotización de Alaska Airlines, que cuenta con 65 aviones de la variante 737 MAX 9, ha abierto también a la baja, con un descenso del 5%, pero se ha ido recuperando durante la sesión y ha acabado con una caída mínima del 0,21%.

    Los investigadores, mientras, tratan de averiguar qué defecto provocó que el panel que cubría el hueco reservado para una puerta de seguridad se desprendiese. El panel apareció la tarde el domingo en el patio de la casa de un profesor de Portland y los expertos la analizan, junto al avión, para tratar de extraer conclusiones. Antes de que el profesor encontrarse la pieza desprendida, numerosos ciudadanos habían estado siguiendo el rastro del avión en busca de la misma. Los buscadores localizaron dos teléfonos móviles que parecían pertenecer a los pasajeros del vuelo del viernes, uno en un patio y otro en el arcén de una carretera. Ambos fueron entregados a las autoridades, para ser devueltos a sus propietarios.

    De momento, las autoridades han revelado que Alaska Airlines había decidido restringir el uso del avión que sufrió el problema y dejar de utilizarlo para vuelos a Hawái después de que se encendiera una luz de advertencia que podría haber indicado un problema de presurización en tres vuelos diferentes. La compañía dejó de usarlo en vuelos largos sobre el agua para que el avión “pudiera regresar muy rápidamente a un aeropuerto” en caso necesario, según explicó el domingo Jennifer Homendy, presidenta de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB, por sus siglas en inglés), en una rueda de prensa.

    Aunque no está confirmado que la luz de presurización esté relacionada con el incidente del viernes, la advertencia saltó durante tres vuelos anteriores: el 7 de diciembre, el 3 de enero y el 4 de enero, un día antes de que se desprendiera el panel del hueco de la puerta de emergencia no utilizada.

    Pernos flojos

    United Airlines ha encontrado deficiencias en otros aparatos del mismo modelo desde que empezó a revisarlos. “Desde que comenzamos las inspecciones preliminares el sábado, hemos encontrado casos que parecen estar relacionados con problemas de instalación en el tapón de la puerta, por ejemplo, pernos que necesitaban apretarse más. Estos hallazgos serán remediados por nuestro equipo de tecnología de operaciones para devolver el avión al servicio de forma segura”, ha señalado la aerolínea en un comunicado.

    En total hay 215 aparatos de la variante 737 MAX 9 operativos, según datos facilitados por la consultora Cirium a EL PAÍS. Aparte de los 65 de Alaska Airlines, United Airlines tiene 79; la panameña Copa, 29, y la mexicana Aeroméxico, 20. Turkish Airlines tiene 5 y el resto están muy repartidos entre unas cuantas compañías más.

    Alaska Airlines suspendió inicialmente el vuelo de sus 65 aviones 737-9 Max horas después del accidente. Más tarde permitió que 18 de los aviones reanudaran el vuelo tras recibir inspecciones de mantenimiento detalladas anteriores al suceso. Sin embargo, posteriormente volvió a retirar del servicio todos los aparatos. United Airlines también mantiene temporalmente en tierra sus aviones. Anteriormente, había declarado que 33 de los aviones habían superado las inspecciones necesarias antes de inmovilizarlos todos.

    Alaska y United han tenido que cancelar centenares de vuelos por la indisponibilidad de los aviones. En el caso de Alaska se ha llegado a ver afectado en torno a un 20% de su programa.

    La panameña Copa Airlines dijo que había inmovilizado 21 de sus aviones afectados. La compañía tiene un total de 29 en su flota, pero los opera en dos configuraciones diferentes. Aeroméxico ha seguido los pasos de United y Alaska Air y ha retirado del servicio sus aviones 737-9 Max para someterlos a inspecciones.

    Llueve sobre mojado. El siniestro ha puesto de nuevo a Boeing y su modelo 737 MAX en el ojo del huracán después de que en 2019 se le retirara el permiso de vuelo —el fabricante estadounidense hasta suspendió su fabricación— a raíz de dos accidentes fatales que le costaron la vida a más de 300 personas. En octubre de 2018 se estrelló en el Mar de Java, en Indonesia, el vuelo 610 de la compañía de bajo coste Lion Air operado por un 737 MAX 8; pocos meses después, en marzo de 2019, fallecieron 157 personas en el vuelo 302 de Ethiopian Airlines en el mayor desastre aéreo de ese año —el modelo de avión era el mismo—.

    La investigación que se puso en marcha tras las dos desgracias desveló fallos en el diseño del sistema de estabilización (MCAS) del modelo y que la empresa, pese a haber asegurado que los 737 MAX eran tan seguros como cualquier otro tipo de aeronave, sabía del defecto. Por engañar a los inversores, la Comisión de Valores y Bolsa estadounidense (la SEC, por sus siglas en inglés) multó la compañía con 200 millones de dólares e impuso una sanción de otro millón a su ex consejero delegado, Dennis A. Muilenburg. La FAA mantuvo hasta noviembre de 2020 la prohibición de volar a los 737 MAX.

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