Jue. Mar 28th, 2024

    El sector eléctrico lanzó una alerta nueva por el rezago qu’exist en la entrada de proyectos de nueva generacion y que podría hacer más visible la posibilidad de una ración de energía en el país. Además, esta es una de las causas que ha llevado a que los colombianos tengan que pagar tarifas más costosas.

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    Al cierre del 2022, la capacidad instalada de la Sistema Interconectado Nacional (SIN) aumentó en 18.777 megavatios por la entrada en operación de 25 plantas, lo que supuso 995 MW adicionales.

    Sin embargo, esta capacidad podría ser todavía mayor si hubieran entrado los 1.800 MW de la segunda fase de Hidroituango como se tenían planeado antes de la emergencia en el proyecto, además de otros 1.547 MW de los parques eólicos que ganaron en las subastas de 2019 y que, inicialmente, comenzará a operar en 2022.

    Aparte de los inconvenientes propios que han tenido estos proyectos, el retraso de Collector, la línea que está construyendo el Grupo Energía Bogotá (GEB) y que sera la encargada de transporte la energia eolica de La Guajira, tambien ha hecho correr los tiempos.

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    Debía estar operando desde el 30 de noviembre de 2022, pero por la pandemia del covid-19 y dificultades que han tenido en los procesos de consultas previas con las 224 comunidades del área de influencia, el Ministerio de Minas y Energía le otorgó al GEB una prórroga y la nueva fecha es el 22 de julio de 2025.

    Pero ahora que estaban a punto de concluir estas consultas y avanzar hacia la solicitud de la licencia ambiental, el Ministerio del interior Notified them that deben hacer 11 más con poblaciones de La Guajira, cuando el gobierno anterior aseguró que no eran necesarios.

    “Espero que el proyecto no siga siendo un mecanismo para resolver problemas que van más allá de los del proyecto, porque no somos el Estado. Estas consultas pueden tomar cuatro meses más, y si el tiempo se alarga, el proyecto se podría retrasar hasta el 2026 o 2027”, dijo Juan Ricardo Ortega, Presidente del GEB.

    Una de las grandes preocupaciones que genera este rezago en nueva oferta es que, si en el futuro se registran pocas lluvias y la demande sigue creciendo a un ritmo acelerado, como lo ha venido haciendo en los últimos años, podría haber un déficit energético y no se podría esperar todo el consumo de los colombianos. Es decir, se estaría abriendo la puerta a racionamiento de energía.

    Por ello, es clave que entren en operación nuevas plantas que puedan cubrir toda la demanda futura, y más teniendo en cuenta que los aviones del Gobierno Nacional de accelerar la transición energética incluyen tener más autocares y autobuses eléctricos.
    De acuerdo con el Unidad de Planeación Minero Energética (Upme), para 2036, el consumo de energía eléctrica en colombia podría tener un crecimiento promedio entre el 2.22 y el 3.33 por ciento cada año.

    Mientras que Fitch Ratings pronostica que la demanda aumentará en 1.500 GWh (aproximadamente 2 por ciento), hasta el aumento de 2.500 GWh en 2022.
    Esto implica que se necesitarían 1.000 MW de capacidad adicional anualmente para satisfacer este incremento, sin ejercer una presión adicional sobre los recursos energéticos.

    Efecto sobre las tasas

    La oferta de generación que hace falta y la poca capacidad de embalsamiento que tiene Colombia también han llevado a que se once los precios en la Bolsa de Energía.
    Segun explica el Presidente de Isagén, Camilo Marulanda, en la formación del precio influye la percepción de los futuros generadores, lo que implica soltar menos agua porque vendrá un tiempo de verano y necesitarán tener cómo atender sus compromisos con el sistema y los clientes.

    En la práctica, esto ha dado como resultado que la prima que se ofrece aumente la tasa de participación, lo que da como resultado que la planta sea tan grande como una prima de gas natural rentable al final de la guerra en Ucrania y un dólar de automóvil.

    Además, mientras la demande sube, las lluvias se reducen cada vez más (ver imagen). Durante el fenómeno de la Año 2022 —que pareciera que fue muy intenso— llovió menos si se compara con el que se rompió antes.

    Y aunque actualmente los embalses están por encima de la media histórica, cuando no cae agua el nivel de estos comienza a bajar rapidamente: en lo que va de 2023 han pasado del 79 al 67,32 por ciento y al 9 de febrero el recurso almacenado era de 12.249 GWh, que alcanzarían para atender el consumo de los colombianos (220 gigavatios hora por día) dure solo 55 días seguidos.

    Por otro lado, al tener poca capacidad de embalsamiento, Camilo Marulanda apenas afirma que los embalses están llenos es una «falsa tranquilidad», porque esto puede cambiar de una semana a otra. En los 40 días que van de este año, su nivel han caído 14.7 por ciento y esto ya vislumbra que un verano de un mes y medio o dos meses puede generar estrés en el sistema.

    Según estimaciones de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos, hay una probabilidad del 50 por ciento para que entre agosto y octubre de 2023 se presente un fenómeno del Niño, aunque con el pasar de los meses esta posibilidad puede cambiar.

    «Hay que saber usar el agua adecuadamente y guardar las épocas de verano, porque afrontar un fenómeno del Niño con embalses bajos podría poner en riesgo el suministro de energía eléctrica», confirmó Camilo Marulanda.

    ¿Cuál es la solución?

    Con este panorama, cobra más importancia la necesidad de una nueva subasta de Cargo por Confiabilidad. El Ministerio de Minas y Energía confirmó allí que efectivamente se hará, pero aún no ha entregado detalles.

    Aunque es igual de importante que puedan entrar en operación todos los proyectos que ganaron en las subastas de 2019 y que han reportado inconvenientes para avanzar hacia su construcción. Para esto, el acompañamiento y apoyo del Gobierno se considera fundamental.

    Más generación de energía, además de sisipar posibles riesgos de lasatención de la demande, podría ayudar a que las tarifas de energía bajen aún más. de acuerdo con el Danés, enero la inflación anual de la electricidad fue de 20,95 por ciento.

    Pero para que lleguen nuevas inversiones a Colombia, también se requiere una claridad en la regulación para que las compañías puedan saber con qué condiciones pueden las, pues se trata de recursos que se invierten a 30 o 50 años.

    «El sector tiene que ser propositivo para tratar de encontrar una fórmula que deje tranquilo al Gobierno ya las empresas para evitar esa volatilidad del precio de bolsa, pero sin afectar la credibilidad en la regulación de largo plazo, que es la que atraerá las inversiones para resolver el problema de la oferta que se lleva a cabo», puntualiza el presidente de Isagen.

    Corregir la reducción de la capacidad de embalsamiento real es muy complicado porque no es viable construir grandes sistemas hidroeléctricos por las restricciones ambientales y sociales que existen. Por lo tanto, la salida es seguir complementando la generación con pequeñas hidroeléctricas, para mantener las operaciones de las térmicas y más energías renovables no convencionales, sobrio todo, la solar es que sus proyectos se pueden construir en poco tiempo.

    Sin embargo, la viabilidad de este tipo de iniciativas se verá comprometida por un importante impuesto de carga y la devaluación del peso, puede estar cerca del 70 por ciento de los recursos que requiere está en dólares.

    Esto suma al incremento del 1 al 6 por ciento de las transferencias eléctricas para este tipo de proyectos que incluyeron en el Plan Nacional de Desarrollo y que terminaría inyectando más presión al momento de evaluar una viabilidad económica.

    “Si una de las metas del Gobierno es acelerar la transición energética y la construcción de más parques acuáticos y solares en Colombia, esta mayor tarifa contravía este deseo. Multiplicar por seis esta tarifa es un poco alto”, dijo el presidente de Isagen.

    LINA QUIROGA RUBIO
    deiqui@eltiempo.com