Dom. Nov 3rd, 2024
    Una chica hace uso del ChatGPT, en una imagen de archivo.ALEX ONCIU

    Cada diciembre, la revista Nature elige a diez protagonistas de algunas de las historias más relevantes para la ciencia ese año. En la selección que presenta hoy de 2023, por primera vez, ha incluido a un ente que no es humano. ChatGPT, un robot capaz de responder a preguntas y mantener conversaciones de una forma más o menos inteligente, ha ayudado a escribir trabajos académicos, ha resumido artículos científicos y ha elaborado documentos que han servido para pedir ayudas de investigación. Además, ha intensificado el debate en torno a los límites de la inteligencia artificial, la naturaleza de la inteligencia humana y el modo en que se tienen que regular estas nuevas tecnologías.

    Junto al potencial que tiene esta tecnología para la gestión del conocimiento o, incluso, la generación de nuevo saber, los editores de Nature apuntan a la necesidad de transparencia en el manejo de una herramienta tan potente. “El tamaño y la complejidad de los modelos de lenguaje de gran tamaño [en los que se basan programas como ChatGPT] significa que son intrínsecamente cajas negras, pero comprender por qué producen lo que producen es más difícil cuando su código y sus materiales de entrenamiento no son públicos, como sucede con ChatGPT”, advierten. Aunque no se sabe lo que darán de sí estos modelos y los límites que pondrán la capacidad de computación o las bases de datos disponibles, la revolución de la inteligencia artificial generativa es imparable.

    El cerebro humano tras la inteligencia artificial

    Aunque se reconoce como protagonista a una máquina, en la selección de Nature también se incluye a uno de sus creadores. Ilya Sutskever, científico jefe y confundador de OpenAI, la organización que creó ChatGPT, es una de las mentes en la vanguardia de la inteligencia artificial generativa. Él vio esta compañía, regada con miles de millones de euros por Microsoft, como una oportunidad para desarrollar una inteligencia artificial general, capaz de superar a la de los humanos y de desarrollar su propia consciencia. En los últimos meses había dirigido sus esfuerzos hacia la creación de un método que permita dirigir y controlar sistemas de inteligencia artificial más inteligentes que los humanos.

    Ilya Sutskever, fundador de Open AI, durante una conferencia TED en San Francisco, el 17 de octubre. GLENN CHAPMAN (AFP)

    Sutskever ve el potencial de la inteligencia artificial demasiado grande para que los modelos estén disponibles para cualquiera que quiera utilizarlos y fue de los primeros en darse cuenta de que los sistemas que habían empezado a desarrollar científicos como su mentor, Geoffrey Hinton, empezarían a mostrar sus capacidades actuales con el aumento de la capacidad de computación. Hace un mes se vio arrastrado por un torbellino de pasiones humanas en la empresa que fundó. Como miembro del consejo de administración de OpenAI, destituyó a su consejero delegado, Sam Altman, por pérdida de confianza. Tres días después aseguraba en un tuit que lamentaba esta decisión. Dos meses antes había advertido que quien valorase la inteligencia por encima del resto de cualidades humanas lo iba a pasar mal.

    Nacen ratones a partir de células de dos machos

    Katsuhiko Hayashi, de la Universidad de Osaka, anunció en marzo que había creado crías de ratón a partir de células de dos machos. Hayashi y su equipo ya habían logrado crear, en 2016, óvulos de ratón funcionales a partir de células madre. En esta ocasión, tomaron células de las colas de ratones macho, con sus cromosomas X e Y, y las convirtieron en células madre. En este proceso, el 3% perdieron sus cromosomas Y, y fueron seleccionadas por los investigadores, que les aplicaron a continuación un tratamiento para causar errores durante la división celular. Algunos de esos fallos, produjeron células con dos cromosomas X, como las femeninas, y continuaron con el proceso para convertir esas células madre en ovocitos. Durante cada paso de este minucioso trabajo se pierden muchas células. Finalmente, fueron capaces de crear 630 embriones para implantarlos en ratonas. De ellos, nacieron siete crías. Los investigadores consideran lejana la aplicación de estas técnicas a humanos, que tienen unas células con las que es más complicado trabajar, pero quieren aplicarla a salvar el rinoceronte blanco del norte (Ceratotherium simum cottoni), una especie de la que solo quedan dos hembras.

    La olvidada de las pastillas para adelgazar

    Svetlana Mojsov, en una imagen de archivo de la Universidad Rockefeller.Chris Taggart

    Una de las noticias científicas del año ha sido la generalización del uso para la obesidad de los análogos de GLP-1. Estos fármacos, creados en principio para tratar la diabetes, imitan las hormonas que de forma natural nos hacen sentirnos saciados después de comer. Su efectividad para hacer perder peso los han convertido en un éxito de ventas. La revista Nature recuerda que este producto ha sido posible, en parte, gracias al trabajo pionero de Svetlana Mojsov, una investigadora de la Universidad Rockefeller, en Nueva York (EE UU), que identificó y caracterizó la hormona y creó péptidos y anticuerpos que hicieron posibles los experimentos que mostraron que GLP-1 podía reducir los niveles de glucosa en sangre. Pese al éxito de fármacos como la semaglutida, que tienen ventas de unos mil millones de dólares mensuales, Mojsov ha sido ignorada durante mucho tiempo. Después de años de lucha, la investigadora ha logrado que revistas como Cell y Nature hayan introducido cambios en sus publicaciones para recoger su trabajo con estas moléculas cuando estaba en el Massachusetts General Hospital de Boston (EE UU).

    Progreso contra la malaria

    Los grandes protagonistas de la ciencia mundial se suelen concentrar en países ricos, donde existen los recursos necesarios para pagar cerebros y equipos. En la lista de este año, Halidou Tinto, director de la Unidad de Investigación Clínica de Nanoro, en Burkina Faso, entra desde un lugar en el que, hasta su llegada en 2007, no había electricidad. Este año, gracias a su labor en los ensayos clínicos, la vacuna R21 contra la malaria fue recomendada por la Organización Mundial de la Salud. Es la segunda vacuna contra esta enfermedad, que causa medio millón de muertes al año en África, en gran parte niños de menos de cinco años. El instituto que dirige Tinto ha sido clave como lugar de pruebas para estas vacunas, y el investigador está trabajando en más de 30 ensayos clínicos contra enfermedades que afectan sobre todo a países pobres.

    Luchadoras medioambientales

    Nature celebra el regreso de Marina Silva al Gobierno de Brasil. La ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático de Brasil anunció en agosto de este año un descenso del 43% en las alertas por deforestación en la selva amazónica respecto al año anterior. Durante los años de presidencia de Jair Bolsonaro, señala la revista, “el Gobierno puso un 40% menos de multas por crímenes medioambientales y las talas en el Amazonas se incrementaron en alrededor del 60%.

    La segunda protagonista medioambiental es Eleni Myrivili, la primera jefa de Calor de la ONU. Después de años concienciando sobre los efectos del calentamiento en la vida de los ciudadanos como concejal en Atenas, ahora ha pasado a desarrollar esa labor a nivel global. También busca financiación para hacer las ciudades más sostenibles y resistentes al aumento de las temperaturas. En la cumbre del clima de Dubai ha buscado el apoyo a tecnologías de enfriamiento que no produzcan emisiones con efecto invernadero.

    Avance contra el cáncer de vejiga

    El progreso contra algunos tumores no ha seguido la tendencia positiva general de la lucha contra el cáncer. Este año, Thomas Powles, del Hospital de San Bartolomé, en Londres, vio unos resultados que le parecían increíbles. Una combinación de dos fármacos, una especie de caballos de Troya que incluye un fármaco dirigido que lleva al lugar deseado una carga de quimioterapia, logró aumentar la supervivencia media de pacientes con cáncer de vejiga de los 16 meses a los dos años y medio. Powles, otro de los científicos del año para Nature, afirma que este hito es el mayor para cáncer de vejiga avanzado en las últimas cuatro décadas y el único capaz de mejorar el tratamiento estándar que se emplea desde los años 80.

    Embridar la energía del Sol

    Una de las esperanzas para lograr energía abundante y sin demasiados efectos nocivos sobre el medio ambiente es controlar la fusión nuclear, el fenómeno que ilumina el Sol. El verano pasado, científicos de EE UU, en una instalación de láseres de 3.500 millones de dólares en el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore de California, lograron comprimir núcleos de hidrógeno para convertirlos en núcleos de helio y producir más energía de la necesaria para producir esa fusión. Annie Kritcher, ingeniera de la Instalación Nacional de Ignición tuvo un papel claveen este logro al crear la cápsula que permite atrapar los átomos sobre los que dirigir el rayo láser para iniciar la reacción nuclear. Kritcher cree que será posible incrementar la energía producida hasta los niveles necesarios para crear el primer prototipo de reactor de fusión nuclear por láser.

    Enmendar la plana a ‘Nature’ por la superconductividad

    La ciencia, cuando se aplica como es debido, tiene la capacidad de corregir los propios errores. Es lo que se destaca en el caso de James Hamlin, físico de la Universidad de Florida en Gainesville, que detectó problemas en artículos científicos que decían haber encontrado un superconductor de electricidad a temperatura ambiente. Estos artículos, que ya están retractados, los había firmado el físico Ranga Dias, que hablaba, cuando fue incluido en la lista de diez científicos destacados de Nature, en 2020, de un “santo grial” que podría cambiar el mundo tal y como lo conocemos”. Este material permitiría diseñar motores y redes de transporte ultraeficientes sin pérdidas de energía, pero parece que el sueño tendrá que esperar.

    Un premio por llegar cuartos

    Cuando Chandrayaan-3 aterrizó con éxito en la Luna, India se convirtió en el cuarto país, por detrás de EE UU, la Unión Soviética y China en alcanzar ese logro. Kalpana Kalahasti, directora asociada del proyecto, desempeñó un papel protagonista en la misión. Entre otras cosas, su trabajo consistió en reorganizar el proyecto después de que Chandrayaan-2 acabase con la sonda estrellada sobre la Luna en 2019. Junto al director del proyecto, Palanivel Veeramuthuvel, redujeron la masa del módulo orbital para que el aterrizador pudiese tener más combustible y unas patas de aterrizaje más robustas. Construyendo sobre estos progresos, la India quiere poner a sus astronautas en la Luna en la década de 2040.

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