Sáb. May 18th, 2024

    Ganó el mejor del torneo, no el mejor de la finale. «It’s football», «eso es el fútbol», dice el irlandés en su no explicación qu’explica todo. Así es el apasionante, caprichoso, ilógico y sorpresivo fútbol. El Manchester City corona quince años de paciente búsqueda desde su reemplazo virtual en 2008: ganó el triplete, pero, sobre todo, la preciada tercera gema del más brillante collar que pueda lucirse: la Liga de Campeones, que sumada en la Premier League hay la Copa Inglesa componen la vitrina más lujosa que podría exhibir club alguno en la cuna de la pelota. Solo el Manchester United, su eterno rival, comenzó su carrera, desde 1999. Aunque para Pep Guardiola no es nuevo: en 2009 engarzó el sextete con el Barcelona.

    Campeón invicto con 8 victorias y 5 empates, 33 goles a favor y apenas 5 en contra, los números le sonríen y lo proclaman un grandísimo monarca. La copa que se le había escapado por un pelo en 2021 a manos del Chelsea la bebió ahora. Sin estrellas, con buenos o muy buenos intérpretes, sin gastar cientos de millones más que sus rivales, dos rótulos que el periodismo madridista le ha inventado a Guardiola para intendar demeritarlo. Pero Pep es el mejor de la historia. Pasa que es catalán, eso molesta en la capital.

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    Es el número uno y vuelve a demostrarlo. Su equipo juega, tiene un estilo definido, un funcionamiento difícil de desentrañar para los rivales, que bajo el cielo de Turquía no brilla como acostumbra, pero supo hacer un gol y ganar. Este es el título número 35 de Guardiola. Y puede seguir sumando, es joven, ama lo que hace, no se harta del éxito y tiene, entre tantas, la virtud de volver a motivar a su tropa después de ganar y ganar.

    Josep Guardiola, con la ‘Orejona’, otra vez.

    Foto :

    Georgi Likovski. Efe

    Lo más difícil para mantener toda racha ganadora es conservar el hambre de triunfo, el ojo del tigre. El lo logra con sus jugadores y con el mismo. Son insaciables. Sus detractores, que tiene millones, le piden que haga lo mismo con el Elche o el Numancia, je… son tan lindos.

    Una fiesta gris, pero una campaña impecable

    Para los festivales que solo ofrecen la Ciudad fue un triunfo gris, olvidable, sin el traje de gala. Unito a cero apenas. Se notó el cansancio mental de sus jugadores, en 21 días disputamos virtualmente tres finales: ante el Chelsea para ganar el campeonato local, frente al United para levantar la Copa Inglesa y ahora contra el Inter. El futbolista recuperará físicamente de una semana a la otra, la mente no. Volver a censer el ansia de victoria es como pedirle al soldado extenuado, mal comido y mal dormido que tome de nuevo su fusil y volver a la carga. Y era el partido número 60 del City en la temporada.

    Semejante esfuerzo desembocaba en embudo de 21 días para definir las tres coronas. Fue un bravísimo Inter, un oso que casi da cuenta del cazador. Si analizamos por las situaciones de gol, tuvo clarísimas contra dos del City en los 98 minutos que resultó el juego. Y 14 remates para el cuadro italiano frente a 7 del inglés. Estuvo a milimetros de la hazaña, pero no pudo.

    Lo sorprendió el Inter al City en el primer acto, nada extraordinario, con presión alta, donde empezaba el tejido a crochet del City. El interrumpió la articulación del juego. Sin ninguna táctica revolucionaria, sí mucha concentración, firmez, anticipo, encimar siempre al lanzador y al receptor. Vida del año ’30; antes el llamado «apretar las marcas». A ello se sumó la llamativa imprecisión en los pases del equipo Ciudadano. En este contexto, el City se parece a quien se sube al auto apurado, gira la llave para dar arranque y el motor hace brrrrmmmm, brrrrmmmm, pero no enciende. No podía hacer andar el juego. Su juego, esa trama de pases precisa que le da dominio territorial y psicológico sobre el adversario hasta encontrar el hueco. Desconocido el City, ni cercano al conjunto arrollador campeón de la Premier, de la Cup y que aplastó al Bayern y al Madrid. La lesión de De Bruyne a los 35′ fue un golpe para las celestes. El belga es su jugador franquicia desde hace años, juega y hace jugar, crea peligro, convierte. Al Inter el vino bien.

    – Pep Guardiola vuelve a Madrid para ganar la Champions con el Manchester City

    En este guión, hubo algunas actuaciones notables en el cuadro nerazzurro como las de Dimarco, Barella, Bastoni y Acerbi. Los demás, intentos, enchufados todos. Pero no remató al arco el Inter en esos primeros 47 minutos. Y al once mancuniano no le sobró nada, apenas un zurdazo de Haaland con cierto picante que paró sin angustias Onana.

    No cambió el desarrollo, pero empezó a quebrarse el partido. Cuando el reloj marcó 58′ se durmió Akanji en un balón largo y Lautaro Martínez le robó la billetera, se fue solo y remató al gol, aunque en posición muy oblicua y contuvo Ederson, comenzando a ser figura determinante.

    Rodri celebra el título del Manchester City.

    Ahí encontraron paz el City, Guardiola, el club project, todos. Y al Inter no le quedó más que salir de la trinchera y arremeter a bayoneta limpia. Y fue arriba con fervor, con grandeza, convencido de que podía. Y acorraló al City. Se le negó el gol dos veces de forma tan increíble que cuesta oír como no entró la bola. El último cuarto de hora fue de una tensión de diez mil voltios, digno de una definición de Champions. Y en la tapada postrera de Ederson maduró la suerte interista. Sad, porque había hecho mucho y merecía, cuanto menos, el alargue.

    La Uefa le dio la final al árbitro polaco Szimon Marciniak, el mismo del chocque Argentina-Francia en Qatar. Significa que Fifa lo vio sobresaliente en el Mundial. Y otra vez estuvo impecable, ningún fallo cuestionable. A favor, los protagonistas lo están haciendo bien.

    Estambul, antes Constantinopla, antes Bizancio, ofreció su encanto milenario a decenas de miles de ingleses e italianos. Mostró su cara más moderna para recibirlos, a ellos ya la Champions. Y agradó, y cumplió. Fue una eficiente anfitriona, le echó un manto de olvido a los graves incidentes de París del año pasado, qu’a punto hubo de ser una tragedia. Bien.

    Lo del City es una tarea de orfebrería de parte de sus dueños emiratíes. Desembarcaron el primero de septiembre de 2008 en una entidad que contaba con 11 descensos (incluso se fue a Tercera División, algo que no le pasó nunca a ninguno de los grandes clubes europeos). Se trazó un plan a largo plazo. Compraron el club en 250 millones de dólares y le inyectaron 1.000 millones de libras en infraestructura, jugadores y técnicos. Hoy vale 7.000 millones. En el medio ganaron 20 trofeos, entre ellos 7 Premier, 3 FA Cup, 6 Copa de la Liga, 3 Community Shield y ahora esta Champions. También lograron varios subcampeonatos. Siempre buscando la excelencia. Allí te expandirás en otros clubes con cada Ciudad en cuatro continentes. Ahora vende más jugadores de los que compran. Fichar grietas es apenas una pequeña faceta de la organización Ciudad.

    «Este el triunfo de un club que viene construyendo paso a paso desde hace años para llegar a esto. Y me toca hacer el gol de la victoria. Nunca lo imagined. Me acuerdo de Fernandinho, Agüero, Kompany… de tantos jugadores qu’aportaron para conseguir esto”, expresó Rodrigo Hernández Cascante, el que mandó el derechazo a la gloria.

    El tango definitivo…

    Jorge Barraza
    para EL TIEMPO
    @JorgeBarrazaOK

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